Las contradicciones humanas que presenta Milan Kundera en «La insoportable levedad del ser»

Comienzo por el narrador. Hasta ahora, cuando en una novela el narrador cuenta la historia en primera persona había sobreentendido que se trataba de algún personaje, principal o secundario, con algún interés en la trama. Por eso no podría ser alguien omnisciente. En «La insoportable levedad del ser» Milan Kundera rompe los moldes y utiliza un narrador en primera persona que es, además, omnisciente. Alguien así, solo podría ser el autor, cosa que se confirma ya avanzada la novela al hablar de su proceso de escritura y de los personajes en sí. Pero este desconcierto se acrecienta porque, al menos para mí, la historia carece de un gancho que mantenga el interés del lector por continuar con la lectura ya que, aparentemente, no hay una pregunta dramática que sostenga la intriga.

Saramago se acerca a este blog con su novela «Caín»

Saramago se acerca por primera vez a este blog de la mano de Soledad Blanco. Dejemos que hable a través de ella:

«Historia de la Filosofía sin temor ni temblor», un libro de Fernando Savater

Echaba en falta un paseo por la historia de la Filosofía; este ha sido ligero, pero tan sustancioso, que he terminado con deseos de profundizar más. Muchos filósofos con tanto que decir que, inevitablemente, me he quedado con la sensación, algo culpable, de que soy injusto con ellos, por no acordarme con precisión de cuál era el pensamiento de cada uno.

La visión de Alberto Méndez en «Los girasoles ciegos»

Después de más de cuatro años escribiendo artículos en este blog he terminado por darme cuenta de que, quizás, no sea lo mejor para el lector que comente todos y cada uno de los libros que leo. Tal vez convenga reducir la frecuencia de publicación y hacerlo solo para aquellos libros cuya lectura me haya motivado especialmente. Parece de sentido común que el ritmo de lectura no tiene por qué coincidir con el de publicación en este blog. De hecho, forzar este último a aquel seguro que redunda en una menor calidad de mis comentarios. Espero no equivocarme.

La preciosista novela de Yasunari Kawabata «La casa de las bellas durmientes»

Cuando Yasunari Kawabata publicó «La casa de las bellas durmientes» acababa de dejar atrás sus primeros sesenta años de vida y le quedaban por cumplir once más. Probablemente, en aquella época vislumbraba la decadencia que, vista en positivo, debería liberarnos de las premuras carnales para dejarnos en manos de la melancolía; melancolía que no deja de ser una forma de felicidad, quizás su única forma, la del recuerdo del pasado, nunca la observación del presente ni, menos, la del futuro.

Nuevas noticias de Eduardo Mendoza en su libro «Sin noticias de Gurb»

«Tras zamparme veinticinco churros mojados en un cubo de chocolate, me dispongo a escribir estas lineas acerca de esta novela, por llamar de alguna manera a este libro o lo que sea». De este tenor debería ser un comentario medianamente coherente con esta obra.

Redescubriendo a Francisco Umbral en «Mortal y rosa»

Empecé a leer esta obra creyendo que era una novela y resultó ser un libro de memorias. Aunque, bien mirado, ¿qué novela no es autobiográfica? Recuerdo haber escuchado al autor, Francisco Umbral, que todos sus libros eran autobiográficos, ya fueran novelas, relatos, poemas o, incluso, artículos periodísticos. Desde luego, esta forma de entender la creación literaria no es original de Umbral; hace poco la compartía Javier Cercas en este artículo al confesar que «Toda novela es una autobiografía enmascarada».

El valor de las repeticiones en «Cinco horas con Mario», novela de Miguel Delibes

Como me ha sucedido en ocasiones, comencé a leer este libro con la sensación de ser uno de los pocos españoles que aún no lo había leído. Pues bien, ya he dejado de pertenecer a dicho iletrado grupo.

Abrasándome con «Todos los fuegos el fuego», de Julio Cortázar

Ocho cuentos de mi venerado Cortázar. Esta recopilación, publicada por primera vez en 1966, se une a las que ya he leído (La otra orilla, Final del juego y Alguien que anda por ahí). Como me sucedió en estos otros casos, he encontrado cuentos —tres, en este libro— que me han parecido inmejorables, alguno muy bueno y los demás —cuatro, en este caso— estupendamente bien escritos, pero con los que no he conectado.

El romanticismo de «Las penas del joven Werther», la novela corta de Johann W. Goethe

Nombrar a Goethe es como nombrar a Cervantes o Shakespeare; alguien que roza la divinidad literaria (sección romántica, en este caso). 

«Aura», el libro que te habla, de Carlos Fuentes

Nada más empezar, te impresiona que el libro se dirija a ti. Es muy poco frecuente en una novela (algo más en los cuentos) un narrador en segunda persona que parece que te hablara, precisamente a ti:
«Lees este anuncio: una oferta de esa naturaleza no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. Tú releerás.»

«Trabajo, consumismo y nuevos pobres», un clarividente ensayo de Zygmunt Bauman




La ética del trabajo y la sociedad de consumo, la evolución de una a otra y las consecuencias sobre los pobres. Este puede ser el resumen de este ensayo de Zygmunt Bauman, alguien que definiré como pensador, a falta de una etiqueta más concreta.

Yo venía a hablar del libro de Umbral: «Las ninfas»

Confieso que inicié la lectura de este libro con prejuicios, lo que no es ninguna novedad: Francisco Umbral, como persona, me ha parecido siempre alguien demasiado pagado de sí mismo. Ya sé que no debería dejarme influir por circunstancias no literarias, pero ¡es tan difícil no hacerlo!

El desengaño de «Comer atentos», un libro de Jan Chozen Bays

Esta vez sí voy a hacer un artículo muy corto ya que el libro no merece más.

A vueltas con mis prejuicios en «Amor de perdición», una novela de Camilo Castelo Branco

Otra vez mis prejuicios me han estorbado; esta vez, mientras leía «Amor de perdición», reconocida como la novela más perfecta de Camilo Castelo Branco, uno de los máximos representantes del Romanticismo portugués; representante él mismo del auténtico romántico del siglo XIX, ya que su propia vida no habría desmerecido como argumento novelístico.

Buscando mi poesía en «Descrédito del héroe/Manual de infractores», un poemario de José Manuel Caballero Bonald

Los lectores habituales de este blog saben de mi gran asignatura literaria pendiente: la poesía. También, quizás, de mi empeño por superarla. De ahí que haya leído Descrédito del héroe/Manual de infractores, un libro con dos poemarios seleccionados por su propio autor, José Manuel Caballero Bonald. Aunque están recogidos en un mismo volumen, en realidad los compuso en dos momentos muy diferentes de su vida: Descrédito del héroe, con 51 años (1977) y Manual de infractores, con 79 (2005).

Yo confieso que he abandonado «Yo confieso», una novela de Jaume Cabré

Decir que he abandonado la lectura de un libro después de leer casi 300 páginas puede resultar chocante; no tanto si el libro supera ampliamente las 800 páginas, como «Yo confieso», una novela de Jaume Cabré. Aun así, estoy intranquilo por si esta segunda deserción lectora en los últimos meses pudiera ser un síntoma prematuro de cansancio lector. No habrá quien me consuele diciendo que tengo todo el derecho a abandonar una lectura que no me satisfaga y que hacerlo es una muestra de autovaloración de mi tiempo (sobre todo cuando sabemos que este tiempo no es infinito, como creemos en nuestra inocente juventud).

«Final del juego», recopilación de cuentos de Julio Cortázar, que no será la última que lea

Continúo con las recopilaciones de cuentos de Julio Cortázar (ya comenté en este blog La otra orilla y Alguien que anda por ahí). Aunque tarde, pretendo leer toda la extensa obra corta de este autor. ¿Acaso necesito justificarme por hacerlo? Desde luego que no. Solo diré que, a los obvios motivos imaginables, se añade mi homenaje póstumo a Elena Sánchez Carretero, la persona que me descubrió a Julio Cortázar, a través de su relato «El perseguidor».

La poesía y yo

Estos días ando peleándome con la poesía. Un género que no llego a comprender bien y que me impide apreciar todo su valor; valor que, para unos, los más entendidos del mundo literario, es el máximo que puede aportar la experiencia literaria. Ya anticipé algo de esta dificultad en este mismo blog, aquí.

La esperpéntica lectura de «Las galas del difunto», obra de teatro de Valle-Inclán

«Las galas del difunto» es una de las obras teatrales, nombradas como esperpentos por el propio autor, Valle-Inclán, incluida en la trilogía «Martes de Carnaval». Esperpentos, en mi opinión, no tanto porque se presente la realidad de una forma grotesca como amplificada: los malhablados hablan peor, los 'agarrados' son tacaños, los comilones se convierten en glotones, ... ¿Para qué? para hacer más visible al espectador los temas que le interesan al autor; en este caso, el absurdo de las guerras o el despotismo de los poderosos.

Las matemáticas y Julio Cortázar




Puede que alguno quiera matarme cuando sepa que he aplicado matemáticas a Julio Cortázar. ¿Medir lo inconmensurable? Imposible, dirá otro más comedido. Bobadas, dirá alguien más soso. Pero nos guste o no, todo es susceptible de ser cuantificado; y lo que no lo es, no lo es porque todavía no se ha descubierto cómo hacerlo, pero lo será.

No nos dejemos engañar cuando la perversa niña nos enreda en sus «Memorias de Leticia Valle», una novela de Rosa Chacel

Agradecido, cedo este espacio para que Soledad nos emocione nuevamente con esta original y personal reseña.


Tus negros bucles han contribuido, sí. No obstante, no solo han sido los tirabuzones, también has empleado tu habilidad para tejer situaciones. Verdaderamente eres muy talentosa. Tienes doce años, eres una chiquita bien lista.

Unas minucias acerca de la prodigiosa estructura de «La ciudad y los perros», la novela de Mario Vargas Llosa

A cuento de esta novela, Vargas Llosa solía comentar una anécdota en la que un crítico francés, tras manifestar que le había gustado mucho La ciudad y los perros, le espetaba «Usted se equivoca. Usted no entiende su novela».

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