«Historia de la Filosofía sin temor ni temblor», un libro de Fernando Savater

Echaba en falta un paseo por la historia de la Filosofía; este ha sido ligero, pero tan sustancioso, que he terminado con deseos de profundizar más. Muchos filósofos con tanto que decir que, inevitablemente, me he quedado con la sensación, algo culpable, de que soy injusto con ellos, por no acordarme con precisión de cuál era el pensamiento de cada uno.


Casi resulta abrumador ser consciente del esfuerzo intelectual, de mayor o menor profundidad, que lleva haciendo la humanidad desde que pisó este planeta por encontrar un sentido satisfactorio a su existencia. Sin embargo, solo las reflexiones de unas pocas decenas de humanos han conseguido perdurar y llegar hasta nosotros, entre los que están los que Fernando Savater menciona en su libro. Comienza con Sócrates, a quien considera el primer filósofo auténtico; continúa con Platón, Aristóteles, Diógenes, Zenón, Epicuro, Agustín (el santo, apelativo que omite Savater), Boecio, Averroes, Maimónides, Tomás de Aquino, Raimundo Lulio, Guillermo de Occam, Giovanni Pico de la Mirandola, Erasmo, Tomás Moro, Juan Luis Vives, Montaigne, Maquiavelo, Giordano Bruno, Francis Bacon, Galileo Galilei, René Descartes, Thomas Hobbes, Spinoza, Leibniz, Pascal, John Locke, Newton, Voltaire, Montesquieu, Diderot, D'alambert, Rousseau, George Berkeley, David Hume, Kant, Georg Christoph Lichtenberg, Hegel, Ludwig Feuerbach, Marx, Schopenhauer, Kierkegaard, Auguste Comte, Jeremy Bentham, John Stuart Mill, Nietzsche, Ralph Waldo Emerson, Charles Sanders Peirce, William James, John Dewey, Unamuno, Ortega y Gasset, Benedetto Croce, Henri Bergson, Sigmund Freud, George Santayana, Martin Heidegger, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus, Bertrand Russell, Ludwig Wittgenstein, Hannah Arendt; y terminando con María Zambrano. Una lista asombrosamente larga, aun sin ser exhaustiva de todos los filósofos que ha habido en los últimos dos mil quinientos años.

Me costaría elegir un único nombre entre los listados. Sin embargo, mencionaré los tres con los que siento más empático: Aristóteles, Epicuro y Hannah Arendt. El primero porque fue el primero en fundamentar su pensamiento en la observación de la naturaleza; el segundo porque nos habla del buen vivir, fin último de una filosofía útil; y la tercera porque recoge el conocimiento acumulado de sus predecesores en un esquema en el que propone distinguir en la actividad humana estas tres facetas: la labor (el cuidado del propio cuerpo, de la casa, el mantenimiento rutinario de la vida), el trabajo (la producción de bienes de consumo y de herramientas) y la acción, es decir, la interacción entre los humanos y su toma de decisiones respecto a la vida en común; o sea, la política en su sentido más amplio.

Termino con unas pocas notas de las muchas que he tomado:

  • ¡Caramba, seguro que estoy dudando de todo! Y si dudo es porque estoy pensando: dudo de lo que pienso, pero al menos es imposible dudar de que pienso puesto que dudo. Y si pienso, eso demuestra que existo: soy una cosa que piensa y duda… pero seguro que soy. (René Descartes)
  • Todo el mal de este mundo se lo debemos al respeto, a menudo exagerado, por las antiguas leyes, las antiguas costumbres y la antigua religión. (Georg Christoph Lichtenberg)
  • Hasta el momento, los filósofos se han dedicado a interpretar el mundo, pero de lo que se trata es de cambiarlo. (Karl Marx)
  • Los seres humanos vivimos no para morir —aunque todos muramos—, sino para dar a luz. (Hannah Arendt)

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