Quién pudiera escribir la mitad de lo bien que escribe el maestro Saramago, dijo algún lector o escritor admirado de lo bien que teje sus palabras.
¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?
Una y mil veces sabida la historia de Caín y Abel, una y mil veces oída, y en esto que el maestro se saca una nueva versión. A saber, va Caín y le hecha la culpa al Señor de lo sucedido con Abel. Caín se manifiesta arrepentido de haber usado la ya por los siglos conocida quijada de burro. Arrepentido sí y también desolado, mas no absolutamente destrozado. Parecería que nos diera pena la suerte de Abel, pero no, ya ves, así se las gasta el escritor. Deambula por el mundo el asesino Caín y se encuentra a una mujer que le hará arruinarse la vida, o eso pienso yo. Ideas que van surgiendo mientras lees, a veces te equivocas y otras veces no.
Caín es un asesino pues ha matado a su hermano, sin embargo, aquí nos aparece como un hombre cabal que anda juzgando las ocurrencias del señor. El señor que todo lo puede y tanto puede que resulta que es soberbio y vengativo.
Usa Saramago su varita impregnada de ironía para recorrer hacia atrás y hacia adelante historias ya conocidas. Y con su toque de razonamiento moderno presenta a un dios raro ordenando la extravagante historia de Abraham. Con ojo vengativo ordena el sacrificio de todo bicho viviente en Sodoma. La faena que hace a los hombres formando el galimatías de las lenguas en Babel. Manda construir una hiperbólica nave para meter en ella todos los animales que deambulan por mil tierras; con todo y con eso Noé no consigue atrapar al unicornio, ni con la ayuda del señor se puede echar mano de este animalito huidizo del ojo cuerdo. Con sumo humor nos cuenta cómo el señor ante los ojos atónitos de Josué puso el sol donde está y colocó a la tierra dando vuelta alrededor de él.
Unos pocos fragmentos reseñables:
«El señor es justo, pero a mí no me lo parece, esto me hace recordar lo que pasó con abraham, al que dios para ponerlo a prueba, ordenó que matara a su hijo isaac, en mi opinión si el señor no se fía de las personas que creen en él, no veo por qué las personas tienen que fiarse de él.»
«Lucifer sabía muy bien lo que hacía cuando se rebeló contra él, hay quien dice que lo hizo por envidia y no es cierto, es que él conocía la maligna naturaleza del sujeto.»
«Estáis avisados, quien la hace, la paga, yo soy el señor.»
«Nadie es solo una sola persona. Tú, Caín, también eres Abel.»
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