Sentirse aludido es el mejor acicate para continuar leyendo y esto es lo que me ha pasado con este librito de 80 páginas. Salvo por mi nombre, me reconocía por todo lo demás, en especial por mi necesidad de sentirme activo en todo momento, algo que Han relaciona con la sociedad del rendimiento en la que nos encontramos los occidentales. En esta sociedad, cada persona es, a la vez, empleado y jefe; amparado en su conciencia de libertad, esta persona decide aprovechar su tiempo al máximo de forma que no haya tiempo para el ocio ni, menos, para el aburrimiento. Y este 'no parar' deviene en incapacidad para observar su propia vida con la calma necesaria para darse cuenta del rumbo que lleva. De ahí la proliferación de enfermos neuronales que sienten vacío existencial a la menor crisis.
El campo español de la posguerra civil a través del «Viaje a la Alcarria», de Camilo José Cela
«El viajero está echado, boca arriba, sobre una chaise-longue forrada de cretona.». Así empieza este libro. No parece que un narrador armado con una cámara de vídeo nos cuenta en tiempo real lo que hace el protagonista, todo lo que ve y le sucede. Antes de empezar sabemos que el protagonista es el mismo autor, por lo que resulta algo extraña esa otra voz que no es ni la del autor ni la del personaje. Al poco, uno se acostumbra y llega a creerse que está "leyendo" una película.
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