—Ya vale —le dije a Julien.
—¿Qué pasa, Pierre, tanto te importa despeinarte un poco?
—Levanta el pie del acelerador, por favor.
—Tranquilo, que controlo.
—Vas a matarnos; ya verás.
—Vosotros dos —dijo Julien mientras miraba por el retrovisor—, ¿vais bien ahí de-trás, no decís nada a este de mi derecha?
Marcel y Lucas sonrieron sin contestar.