Los lectores habituales de este blog saben de mi gran asignatura literaria pendiente: la poesía. También, quizás, de mi empeño por superarla. De ahí que haya leído Descrédito del héroe/Manual de infractores, un libro con dos poemarios seleccionados por su propio autor, José Manuel Caballero Bonald. Aunque están recogidos en un mismo volumen, en realidad los compuso en dos momentos muy diferentes de su vida: Descrédito del héroe, con 51 años (1977) y Manual de infractores, con 79 (2005).
Aunque la mayor parte de los poemas utilizan figuras literarias con profusión, en especial la metáfora y la anáfora, hasta el punto de que son indescifrables en una primera lectura, hay algunos poemas, sobre todo en Manual de infractores, que se "olvidan" de tanto barroquismo y se conforman con evocar a través de palabras sencillas, pero precisas, que llegan directamente al corazón del lector sin pasar por la cabeza. Como muestra el siguiente, capaz por sí solo de justificar la lectura de todo un libro:
SUMMA VITAE
De todo lo que amé en días inconstantes
ya sólo van quedando
rastros,
marañas,
conjeturas,
pistas dudosas, vagas informaciones:
por ejemplo, la lluvia en la lucerna
de un cuarto triste de París,
la sombra rosa de los flamboyanes
engalanando a franjas la casa familiar de Camagüey,
aquellos taciturnos rastros de Babilonia
junto a los barrizales suntuosos del Éufrates,
un arcaico crepúsculo en las Islas Galápagos,
los prolijos fantasmas
de un memorable lupanar de Cádiz,
una mañana sin errores
ante la tumba de Ibn'Arabi en un suburbio de Damasco,
el cuerpo de Manuela tendido entre los juncos de Doñana,
aquel café de Bogotá
donde iba a menudo con amigos que han muerto,
la gimiente tirantez del velamen
en la bordada previa a aquel naufragio.
Cosas así de simples y soberbias.
Pero de todo eso
¿qué me importa
evocar, preservar después de tan volubles
comparecencias del olvido?
Nada sino una sombra
cruzándose en la noche con mi sombra.
Creo que insistiré con la poesía; eso sí, buscando autores y poemas con los que conecte.
Lo mismo que con la prosa, Javier: hay que conectar. Y no necesariamente conectas ni con todas las obras de un mismo autor. Aparte, hay quien en la prosa solo busca "que me cuenten una buena historia", "que tenga ritmo o intriga o suspense o...". A mí me atrae cómo me lo cuentan; me deleito en las formas, y no significa que deban ser barrocas o poéticas, sino que fondo y forma se den la mano. Uno de los últimos libros que he leído, por ponerte un ejemplo, ha sido 'Patria', de Aramburu, escasamente poético y parco en metáforas y, sin embargo, fondo y forma se dan la mano.
ResponderEliminarEn fin; ¡adelante con tus tentativas!
Un abrazo... poético.
Gracias por tu comentario, Marian. Desde luego, a estas alturas, yo también busco el «cómo» más que el «qué» en lo que leo.
EliminarDe Aramburu, fíjate, me gustó más «De viaje con Clara por Alemania» que «Patria»; me pareció más literario: todo un quijote puesto en nuestra época con excelentes capítulos de literatura experimental; sin embargo «De viaje» no tuvo la resonancia de «Patria», que, aun estando muy bien escrito, se 'aprovechó' del impacto social y emocional de la situación vasca (y no digamos de la masiva promoción mediática)
Otro poético abrazo.