Libros de autoayuda, ¿sí o no?

Reconozco mis prejuicios en contra de los libros de autoayuda, a pesar o como consecuencia de haber leído unos cuantos.


«Es literatura barata, solo para mentes débiles, que se dejan engañar con cualquier frase que les halague»; «solo los leen los comodones que buscan una solución fácil a sus problemas»; «los lectores de esta literatura son gente desesperada, pero también cobarde por no buscar una ayuda terapéutica de verdad». Estos son los pensamientos que solemos tener y que nos sirven para rechazar la lectura de este tipo de libros; todo un género literario, bastante boyante, por cierto.

A estas alturas, he atemperado mi opinión sobre estas obras, hasta el punto de que me surgió hace poco esta duda: ¿no serán los libros de autoayuda los modernos libros de filosofía? ¿Qué son los filósofos sino personas en busca de respuestas que les permitan entender el mundo? Para ellos, se trata de desarrollar una teoría que llegue a convertirse en una autoterapia que les aporte un sentido a lo que ven a su alrededor, ya sean personas o el mismo cosmos. En la actualidad, los que, desde el lado de la filosofía, valoran las obras de autoayuda, las tachan de ser antifilosóficas ya que, entienden, que la verdadera filosofía busca preguntas más que respuestas mientras que la literatura de autoayuda solo ofrece aparentes respuestas. No dudo que los filósofos actuales, a pesar de los miles de años transcurridos de pensamiento filosófico, sigan encontrando preguntas sin resolver, pero para la gente corriente que vive su día a día lejos de las grandes discusiones filosóficas, los libros de autoayuda pueden suponer una adaptación de la meta-realidad que les permita vivir un poco mejor o algo menos mal. Tampoco las pinturas y las vidrieras que cubrían las catedrales durante la edad media eran tratados bíblicos, pero acercaban los grandes temas religiosos y morales a los feligreses, mayoritariamente analfabetos.

¿Quiero decir que todos los libros de autoayuda son convenientes para el lector? En absoluto. En primer lugar, hay libros de autoayuda mejores y peores, como hay novelas y poemas mejores y peores. Pero las mejores o, al menos, las buenas obras de autoayuda pueden ser positivas para algunos lectores interesados siempre que sean conscientes, en mi opinión, de que:

- Un buen libro de autoayuda nunca podrá sustituir a un buen terapeuta: mientras que este trabaja de forma personalizada para su paciente (digamos que le hace un traje a medida), el libro de autoayuda se dirige a una generalidad de personas con una problemática muy diversa, por lo que será trabajo del lector encontrar qué libro es adecuado para él y, dentro de él, que temas/consejos son los que debería seguir y cuáles rechazar.

- La lectura de un libro de autoayuda no es más que el comienzo, el primer paso a dar. Los siguientes y más importantes tendrá que darlos el propio lector movilizando su voluntad. De alguna forma, mientras se lee el libro puede llegar a olvidarse de su problema (bienestar hedonista), pero, en cuanto termine la lectura, la crisis volverá a hacerse visible mientras no se aborden las causas de fondo, con acciones físicas del sujeto, más allá de la lectura, que le procure un bienestar más fundamentado (eudaimónico).

- Son apropiados para situaciones, digamos, leves: crisis de motivación, autoestima baja, etc. En casos de depresión u otros procesos que cursen con gran malestar o dolor, los libros de autoayuda pueden, no solo suponer una perdida de tiempo y dinero, sino hasta ser contraproducentes.

Ahora os toca a vosotros, ¿tenéis alguna recomendación de libro de autoayuda? Si es así, no dejar de compartirla en los comentarios.

2 comentarios:

  1. Hola, Javier:

    He leído varios libros de autoayuda en el transcurso de una formación como terapeuta de Rebirthing (una cosa extrañísima que no sé por qué hice pero que me cambió la vida), así que algo de experiencia tengo al respecto, y por eso te puedo decir que aciertas en todos los puntos, aunque yo precisaría un par de cuestiones.

    Por un lado, el bienestar que proporciona uno de estos libros no es análogo al del entretenimiento sin más pretensiones. Cuando leo alguno de los discursos del Dalai Lama, por ejemplo, siento un bienestar que no elimina mis preocupaciones sino que me hace verlas desde otro prisma, y este bienestar repercute en la manera en que abordo los problemas y otras situaciones de la vida. Digamos que se me contagia un poco de su positivismo.

    Algunas enseñanzas permean, aunque no sea en el momento. Aquello de que el enemigo es el mejor maestro es algo que leí en un libro de este hombre y se ha convertido en una idea a la que recurro con cierta asiduidad (no tanta como me gustaría). Así con otros adagios y reflexiones de varias fuentes. Al final el individuo coge lo que más le sirve en ese momento e incorpora el libro a una especie de caja de herramientas.

    ¿Una recomendación? Alguno de los clásicos de Louise Hay, como "Ámate a ti mismo".

    Un abrazo,

    Marta

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    1. Hola, Marta:

      No puedo estar más de acuerdo con tus dos precisiones, que vienen a subrayar algo fundamental: la lectura nos influye, lo reconozcamos o no, sea mucho o sea poco, se trate de literatura de autoayuda o de novela realista. Si dicen que el vuelo de una mariposa en Japón puede llegar a provocar un huracán en el Caribe, ¡cuanto más no nos afectará lo que leemos! Y claro, tanto o más importante que el libro leído es la calidad del lector, en el sentido de que sea capaz o no de destilar esa enseñanza o de visualizar ese hecho que permita movilizar su puzzle mental.

      Muchas gracias por tu excelente comentario.

      Un abrazo.

      PD: Por supuesto, me anoto "Ámete a ti mismo".

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