«Matar a un ruiseñor», una estupenda novela de Harper Lee


Me gustan los libros que van de menos a más, a pesar del peligro de que, si el "menos" dura demasiado tiempo, termine por abandonarlos. En algún momento he llegado a pensar en dejar esta novela, ya que a lo largo de la primera mitad se limita a describir la vida, más o menos placentera, de unos muchachos preadolescentes, narrada desde el punto de vista de uno de ellos; una vida que no tiene nada de especial, solo salpicada de las típicas sorpresas e inocencias finalizadas.

Sin embargo, a partir del inicio del juicio la historia toma ritmo y obliga al lector a querer saber cómo avanza la trama hasta llegar a una especie de doble final: uno, el conocido y esperado, y otro mucho más interesante para mí, que trasciende la lucha de las minorías por su reconocimiento.

En definitiva, un libro agradable de leer, que no abusa de metáforas ni de lenguaje rebuscado, con unos personajes bien diferenciados, aunque algo estereotipados, y que nos acerca a la América profunda de mediados del siglo XX.

Termino con una selección de los fragmentos que he anotado:

  • Tenía el aspecto y el perfume de una gota de menta.
  • Estaba furiosa, y cuando ocurría así su gramática se volvía desarticulada.
  • Es posible que oigas cosas feas en la escuela: pero haz una cosa por mí, si quieres: levanta la cabeza y no levantes los puños.
  • Los ruiseñores no se dedican a otra cosa que a cantar para alegrarnos. No devoran los frutos de los huertos, no anidan en los arcones del maíz, no hacen nada más que derramar el corazón, cantando para nuestro deleite.
  • Las personas que están en sus cabales no se enorgullecen de sus talentos.
  • Uno es valiente cuando, sabiendo que ha perdido ya antes de empezar, empieza a pesar de todo y sigue hasta el final pase lo que pase.
  • Cuando tía Alexandra fue a la escuela, la expresión “dudar de sí mismo” no se encontraba en ningún libro de texto; por lo tanto, ignoraba su significado.
  • En Maycomb, si uno salía a dar un paseo sin un objetivo concreto en la mente, era acertado creer que su mente era incapaz de un objetivo concreto.
  • Atticus se sentó e hizo un signo de cabeza al fiscal del distrito, el cual movió la suya negativamente mirando al juez, quien dirigió una inclinación de la suya a míster Tate, que se levantó muy tieso y bajó del estrado de los testigos.
  • —No, todo el mundo tiene que aprender, nadie nace sabiendo. Walter es tan listo como le permiten las circunstancias; a veces se retrasa porque tiene que quedarse en casa a ayudar a su papá. No tiene ningún defecto. No, Jem, yo creo que sólo hay una clase de personas. Personas.
  • Mistress Merriweather manejaba su voz como un órgano; cada palabra obtenía todo el compás requerido.Míster Underwood argumentaba sencillamente que era pecado matar a personas mutiladas, estuvieran de pie, sentadas o huyendo. Comparaba la muerte de Tom con los cazadores y los niños que mataban neciamente, sin objetivo, ruiseñores […].

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