La carne muerta tirita en «Yo soy El Otro», novela de Berta Vias Mahou

La impostura, consciente o no, vende. E impostamos todos. Unos, la mayoría, una impostura ligera, como cuando imitamos la forma de vestir de alguien, o sus gustos literarios, o su forma de pensar. Una emulación grabada en nuestros genes y cuya finalidad es la continuidad de nuestra especie. Aunque, ¿no era este un blog de literatura?, estarás pensando. Cierto, pero es que la literatura se relaciona con todo, en especial con la antropología ya que ambas indagan en el origen de nuestro ser. Se supone que imitamos a los que admiramos, para parecernos a ellos porque, suponemos, que así viviremos mejor, seremos más felices. Directa o indirectamente, de ello trata la literatura. Y si somos más felices, viviremos más, seremos más atractivos y procrearemos más, último fin de nuestra existencia, y justificación de la antropología.


Por tanto, un tema tan enraizado en nuestra vida como la impostura/imitación no podía ser ajeno a los intereses de los escritores; al final, meros notarios de la realidad existencial del ser humano. Cierto que con un enfoque necesariamente parcial, porque cada autor afronta el hecho desde su propio punto de vista, basado en su singular peripecia vital. De ahí que, aunque los temas se agoten, siempre se puedan tratar de forma diferente.

En El adversario, la novela de Emmanuel Carrere que ya comenté en este blog, el protagonista se creía una persona que no era. En Yo soy El Otro, el protagonista sabe que no es El Cordobés, pero lo imita en su provecho. En ambos casos, se pretende, o eso creo, que el lector reaccione ante situaciones exageradas para ayudarle a reconocer las semejanzas con su propia vida; situaciones en las que el lector, quizás, se haya dejado llevar por las opiniones de alguien o, peor aún, de las que proceden de los sectores que abusan de su profesionalización sobre el resto (publicidad, medios de comunicación, empresas con posición dominante, etc.).

Para "disfrazar" ese afán pedagógico, la autora, Berta Vias Mahou recurre a una prosa sofisticada en la que los diálogos se desarrollan sin la utilización de la raya, como prescribe la norma, de forma que las intervenciones de uno u otro personaje se suceden en un texto "plano"; así en multitud de ocasiones se pasa de narrar en primera persona a hacerlo en tercera. Una pequeña dificultad técnica que no impide que el lector pueda seguir la historia... si tiene un mínimo interés.

No me gusta tanto el recurso de la vuelta a la España de la posguerra. Ese ambiente gris de escasez y embrutecimiento que contrasta con la España actual, y que crea sentimientos de indignación en el lector. En definitiva, una forma "fácil" de emocionar al lector no fundamentada en la trama, sino en la ambientación, como sucede en las novela de género, por ejemplo.

En todo caso, se trata de una novela bien escrita, con intención de ser original en la forma y con un tema que consigue llegar al lector. Como muestra de esa buena escritura, estos ejemplos:
  • Pero ahora que lo pienso, ¿por qué no escribe usted un libro sobre las flores de las cunetas? El rocío y la clara luz del sol a primeras horas de la mañana hacen que parezcan fragmentos de vidrieras de una catedral tirados por ahí, pedazos de cristal relucientes. Rojos, azules y amarillos de plata y oro chisporrotean entre los verdes y los pardos del suelo. Puede uno ver escudos, figuritas de caballeros y damas, almenas, dragones. Toda una historia que serpentea por el campo.
  • Como todas las personas respetables, hablo siempre en broma, incluso cuando lo hago en serio.
  • En cualquier caso, lo primero que hace el monje es ponerse el hábito para que los demás sepan que lo es, es decir, lo que es.
  • Y el torero, como un ídolo, debe dorarse para ser adorado.
  • En una de esas noches de enero en las que hasta la carne muerta tirita...
  • Tratando de identificar la fuente de la tufarada antes de que se quedara atrás, mientras el coche tomaba una curva lenta, el de Jaén movió la cabeza a un lado y a otro, cuando entre unos árboles vislumbró una montaña de cebollas y toda su infancia de pobre, de la que venía huyendo, se le vino encima.
  • Los que te adoran suelen ser los que acaban por crucificarte.
  • ¿Tienes miedo?, preguntó también el piloto, uno de esos militares empeñados en adivinar un corazón de gallina en cada hombre con el que topan.
  • La mayor parte de las personas aplauden o abuchean por azar o por imitación.
  • El verdadero talento está en la bondad. Y la verdadera valentía, en la discreción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Redes sociales