La vida y la muerte en «El nadador en el mar secreto», de William Kotzwinkle, por Soledad Blanco

Vuelve mi amiga Soledad Blanco a dejarnos sus emocionadas palabras; ahora, tras la lectura de esta obra corta de William Kotzwinkle. Adelante, Soledad:

Con un lenguaje sencillo, sintético y directo narra el paisaje, los entornos, los pocos personajes que intervienen y los sucesos. Con frases mínimas lo ves todo. Me encanta, es literatura. Describe el anhelo, el miedo, la incertidumbre, la fuerza misteriosa de un ser humano dentro del cuerpo de una mujer. ¿Cómo el feto se va transformando en mariposa, por qué esa fuerza misteriosa por salir de ese mar secreto? Nos moriremos sin conocer de dónde procede el misterio de la vida. Sin embargo, lo único cierto de la vida es la muerte. ¿Qué será lo que hacemos aquí, en este planeta? Qué infinita incertidumbre.


El nadador es una historia verdaderamente sencilla, y lo que rodea al hombre y a la mujer protagonistas —junto con el niño (bebé lo llaman ahora)— resulta muy escueto. Ni sobra ni falta nada.

Comienzas a leer y vas acelerando la lectura hasta que acabas leyendo más deprisa de lo que sabes, pero sin perder detalle.

Al cerrar el objeto-libro, cuando ya has leído la última frase, el sentimiento que te ha dejado la historia te acompaña durante un tiempo (cada uno tendrá el suyo). Yo reproducía en mi mente las escenas leídas, una y otra vez. Y ahí se te quedan enredadas con la tristeza, y se quedan donde quiera que sea que se quedan hasta que tú quieras o puedas olvidarlas.

No hay ni sensiblería ni sentimentalismo.

Lo recomiendo de "todo corazón" o allí donde resida el sentimiento figurado....

Termino con algunos fragmentos que he anotado:

  • De pronto, se sentían como arrastrados sobre un lecho rocoso. Ella tenía los ojos como una cría, llenos de asombro y de terror, aunque conservaba la voz en calma y Larski se dio cuenta de que pese al miedo y al castañeteo, estaba lista.
  • El corazón de Larski se convirtió en un océano de amor mientras lo invadían nueve meses de recuerdos y el bebé se volvió real de nuevo, tan real como la noche en que Larski había notado unos piececillos que daban patadas dentro de Diane. Nuestro bebé, nuestro amiguito, está naciendo.
  • Solo en la casa oscura en medio del bosque, con una tormenta desatada afuera y la sombra de la muerte dentro, se encogió bajo las mantas.
  • Sólo era un sueño con el que pretendía protegerme de la verdad de la muerte.

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