Las recomendaciones de lectura

Leí un artículo antiguo de Juan José Millás en el diario El País sobre si existe o no consumo cultural y recordé programas de radio y televisión como La estación y azul y Página 2, que incluyen las necesarias secciones de libros recomendados. A continuación empecé a hacerme preguntas del estilo: ¿Las recomendaciones son honestas o están mediatizadas por intereses económicos? Y aunque fueran honestas ¿conviene que las sigamos? 


Cuando a uno le gusta leer, es frecuente encontrarse indeciso sobre el siguiente título que tendrá entre sus manos. De una forma u otra, todos acudimos a recomendaciones o consejos que hemos ido recibiendo, en especial de los más recientes. Incluso podrías, como hago yo, mantener una base de datos para gestionar las recomendaciones que recibas, como expuse hace un tiempo en un artículo de este mismo blog.

La principal ventaja de las recomendaciones es la comodidad: nos olvidamos de tener que demorarnos en la sección de nuestra librería favorita hasta encontrar el título que satisfará nuestras expectativas. Sin embargo, las recomendaciones generalistas, las que se hacen desde un medio público, puede que no solo no nos valgan sino que hasta nos sean inconvenientes. Voy a intentar explicar por qué creo que es así.

Mediante la lectura conseguimos revivir en nuestro cerebro las escenas que se encuentran en una novela o en un relato. Para que ello sea posible es necesario que lo que leamos encaje razonablemente en lo que, podría llamarse, nuestra "configuración neuronal". Imagínate que el libro que estuvieras leyendo fuera como un espejo. Si te devuelve tu imagen sin distorsiones será de tu agrado, pero si te ves como otra persona, ese espejo, ese libro no es para ti. Este efecto lo explica muy bien Jorge Volpi en su libro Leer la mente. Una recomendación lanzada por alguien que no conocemos, por muy sincera que sea, viene a ser un reconocimiento de su propia "configuración neuronal" en el sentido de que da pistas de sus preferencias y hasta de su forma de ser; configuración que puede o no coincidir con la tuya. De ahí que, con demasiada frecuencia, nos defrauden las recomendaciones que no provengan de alguien a quien no se le reconozca alguna afinidad literaria, como son las que se suelen hacer en los medios de comunicación, ya sean radio, televisión o revistas especializadas. Por supuesto que algunas veces aciertan, pero eso me recuerda la novela Sé lo que estás pensando, de John Verdon. Si la has leído, sabrás a qué me refiero.

Por eso, opino que más importante que la recomendación en sí es saber elegir bien el recomendador: solo deberías atender aquellas recomendaciones que provengan de personas (nunca de entidades, clubs, asociaciones ni, menos, empresas) de las que estés seguro de que su sensiblidad literaria sea parecida a la tuya. Esta es mi opinión, desde luego, que no deja de ser otra recomendación.

Y tú, ¿cómo eliges tus lecturas?

2 comentarios:

  1. Me alegra que te hayas topado con este artículo. Se esté o no de acuerdo con lo que dice J. J. Millás, a todos hace reflexionar y, a menudo, alcanzar en cierta forma la verdad que se esconde tras este negocio, y eso incluye las recomendaciones, que, muchas veces, podríamos incluso calificar de SPAM. Libros hay muchos y nuestro tiempo es limitado, así que sí, tienes razón, hay que saber elegir al recomendador.

    Por cierto, ¿qué libro me recomendarías?

    Un saludo

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    1. Gracias por comentar, Rosa.

      ¿Recomendarte un libro? Después de mi artículo, no sé si hacerlo. :) Como parece que te gusta leer a Millás -coincidimos- puede que te interese saber que quiero releer "La soledad era esto", para volver a disfrutar de sus palabras.

      Un saludo.

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