De cómo me enamoré de Jorge Amado con «Gabriela, clavo y canela»



Me siento obligado a avisar de que, en esta ocasión, para decir lo que quiero decir, desvelo algunos aspectos de la trama.

Además, este comentario tiene dos partes, cada una escrita en dos momentos diferentes.

Y creo que no se me olvida mencionar ningún otro «descargo de responsabilidad».

He acabado el primer capítulo (sólo tiene cuatro en 500 páginas). En esta ocasión he tenido necesidad de escribir lo que pienso antes de acabar el libro para evitar que se me olvidaran varias ideas que me han surgido mientras lo leía.

La primera es la aparente facilidad de escritura de Amado y la, más fácil aún, lectura; facilidad que no merma, más bien al contrario, su calidad, que aparece en las descripciones de ambientes, de personajes y de la estructura de la novela.

Hasta este momento y, mediante una tranquila y minuciosa presentación, Amado nos despliega lo que parece ser el contexto formal en el que se va a desarrollar el libro: el enfrentamiento entre el coronel Bastos, representante máximo de las fuerzas conservadoras, y Mundinho Falcão, futuro líder de los renovadores. Sin embargo, en la última parte del primer capítulo, el autor introduce a Gabriela, la mujer que da título al libro. Obviamente, supongo que Gabriela, aun no formando parte de la trama formal, dará sentido profundo y emotivo al libro. Pero lo que ahora tengo interés en mencionar es la forma de encadenar el texto para introducir a Gabriela: el árabe Nacib, desde cien páginas antes, está como loco buscando una cocinera para su bar en Ilhéus y justo en la última página del capítulo, en un contexto muy diferente, Gabriela dice que pretende ir a esa ciudad en busca de un trabajo de cocinera. Puede parecer una nimiedad, pero Amado va creando la necesidad a través del texto, algo angustioso, para al final dar una salida resplandeciente.

Y una vez dicho esto, tengo, necesito volver resaltar la belleza del texto gracias a su fluidez, a pesar de que en las cien primeras páginas conoceremos a multitud de personajes cuyos nombres puede que aparezcan una sola vez; una lectura que rebosa vida en todos los personajes, hasta en los menos simpáticos.

Admiración, y un poco de envidia,  siento por este extraordinario escritor.

*********************

He acabado. No me ha decepcionado Jorge Amado. Desde el título, en verso, ya se aprecia su calidad. Gabriela es una mujer con olor a clavo y color de piel canela. Prácticamente, lo que la define son esos aspectos. El resto de sus circunstancias son ella misma.

Sin embargo, Gabriela no es el personaje principal. O al menos, el que tiene más enjundia. Digamos que ella no tiene conflictos, es como es. Para mí, el auténtico protagonista de la novela es el árabe Nacib, un pequeño empresario de Ilhéus que encuentra a Gabriela, la pierde y, por fin, la reencuentra.

Como dije en la primera parte de este comentario, el libro está repleto de personajes. Algunos de ellos son claves en los momentos que aparecen, pero son secundarios respecto de los ya mencionados.

Para mí, el libro representa una alegoría de la fidelidad. No de la artificial que, aparentemente, se fuerza con papeles oficiales. Amado enfrenta en Nacib dos concepciones vitales: la de Gabriela, enamorada de él, pero libre, y la de lo convencional. El autor sitúa este choque en la época del nacimiento de la civilización en Brasil. Para ambientar la trama, Amado crea toda una ciudad y lo hace tan bien que el lector cree vivir en ella.

En esta novela, el ambiente se deja en manos de la lucha por el poder entre los conservadores (Ramiro Bastos y sus coroneles) y los progresistas (Mundinho y sus secuaces). Este ambiente trasciende lo dicho y se presenta en las costumbres sociales: los hombres, especialmente los adinerados, mantienen una moral aceptada e intransigente: se «tiene» una mujer que ha de ser absolutamente fiel y si no lo es se la mata; a la vez, existe una querida a la que se le pone casa; y, por último, están las prostitutas, que son de todos. Y en este ambiente interactúa Nacib, que no es lo suficientemente rico como para tener querida, no está casado y suele alternar con prostitutas, pero un buen día entra en su vida Gabriela. A partir de ese momento, Nacib no deja de pensar en el modo de retenerla dado que cree que no podría vivir sin ella, tanto afectiva como mercantilmente —ella es la cocinera de su bar—. Teme que otro se la lleve porque Gabriela tenía algo especial: su clavo, su fogosidad en la cama.

Y se casa con ella. A partir de ahí Gabriela empieza a marchitarse. No obstante, Gabriela ama a Nacib («es tan bueno») a pesar de que se acueste con Tonico; y lo hace por la misma razón que acaricia un gato o se duerme: porque le apetece. Para ella, apetecerle hacer el amor con un «mozo lindo» no impide seguir amando a Nacib. Ella le es fiel, porque quiere. Sin embargo, Nacib no la aprecia de esa forma y cuando se entera la abandona, aunque no la mata, como era costumbre en Ilhéus.

No obstante, la trama vuelve a reunir a Gabriela con Nacib, no ya como mujer casada con él sino como empleada, lo que permite que ella siga «con sus chinelas y su rosa en la oreja», feliz de estar con Nacib y de que éste aprecie, al fin, la grandeza de Gabriela, su fidelidad a pesar de sus apetencias sexuales. Y, al final, Nacib es objeto de envidia por todos. Vive feliz, sin tener que estar preocupado por orgullos falsos.

Este libro de Amado tiene la gracia genuina de quien cuenta algo disfrutando. El que lo lee recibe parte de ese disfrute. No sólo hay que transmitir algo, hay que hacer que la transmisión en sí sea placentera.

Por último, en cuanto a la estructura del libro, me queda por decir que me parece genial la «copia» que hace del Quijote: dos libros; cada uno se divide en dos grandes capítulos, los cuales se desglosan en subcapítulos, cuyos títulos se asemejan bastante a los de la obra cervantina.

En fin, libros como éste no hacen más que profundizar en mi deseo de leer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Redes sociales