Intrigado con «Tres días y una vida», la novela de Pierre Lemaitre



Hace algún tiempo leí Nos vemos allá arriba (aquí mi reseña en el blog). Quedé deslumbrado y me emplacé a seguir leyendo a Lemaitre. Aguanté hasta que he acumulado suficientes recomendaciones, que llegaron sin falta. Y hace unos minutos terminé de leer Tres días y una vida. Creo que nunca me había puesto a comentar un libro con tanta celeridad; hasta ahora dejaba un tiempo, días o semanas, y así esperar que reposara, que emergiera la sustancia de lo leído, aquello que creemos que permanecerá en la memoria. Por eso, estos comentarios deberían ser triviales y nada sesudos, muy alejados de una reseña convencional. ¿Lo conseguiré?


Novela con una trama sin pretensiones que, no obstante, consigue enganchar al lector desde el comienzo con una pregunta simple: ¿se descubrirá el crimen del protagonista? Lo reconozco, no me gusta que el autor me fuerce a continuar la lectura con una artimaña así. ¿Otro prejuicio? Desde luego, aunque creo que justificado: bajo dicha técnica nos pueden 'colar' obras muy muy flojas; desde mal escritas (con faltas de ortografía y todo) hasta personajes sin vida y argumentos insustanciales. ¿Que hay buenas novelas de intriga? Por supuesto, por ejemplo esta misma, Tres días y una vida. Solo digo que la intriga permite enmascarar la mediocridad, no que lo haga siempre. De hecho si a una novela bien escrita, con personajes potentes y una buena historia le añadimos una buena dosis de intriga tendríamos una excelente obra, ¿como Tres días y una vida? Pues no, dejémoslo en una buena y entretenida novela. Además, como supera en poco las doscientas páginas se puede leer en unas cuantas sentadas.

Con todo, lo que más me ha gustado es el narrador. No es ninguno de los personajes; parece alguien con interés por contar una historia, pero de la que él no participa de ninguna forma. ¿El típico narrador omnisciente en tercera persona? No, al menos no del todo, porque he dicho que tiene interés por lo que cuenta, aunque no sepamos por qué. Interés que muestra cuando parodia a algunos de los personajes o cuando opina con desenfado de la acción de tal o cual. Una forma de narrar fresca y desinhibida que se agradece, salvo que uno sea un lector acostumbrado a 'lo de siempre'.

Aunque no sea una novela que destaque por su literariedad (uy, perdón, se me ha escapado), he anotado algunos fragmentos interesantes, como estos:

  • El rumor es una salsa delicada, cuaja o no cuaja.
  • Dios era un vecino un poco lejano, con el que era agradable cruzarse y al que se le podía pedir un favorcillo de vez en cuando.
  • Observó la habitación con una curiosidad que no tenía nada que ver con la curiosidad...
  • A cada sacudida de aquella marejada, su cuerpo entero quería salir de su envoltorio, volverse del revés como un guante, convertirse en líquido y escapar.
  • Entre las cosas que la perturbaban y su imaginación, levantaba un muro alto y sólido que sólo dejaba pasar una angustia difusa, que ella atenuaba con una inusitada cantidad de actos cotidianos y rituales inviolables.
  • La cara de su madre reflejaba tal angustia que a Antoine le dieron ganas de posar una mano sobre las de ella, pero se contuvo porque, dadas las circunstancias, no sabía qué puerta podía abrir un gesto así...
  • En medio del caos reinante, las obviedades que desgranaba tenían la tranquilizadora apariencia de tareas con contornos bien definidos.
  • No le gustó la forma de besar de ella, el movimiento voraz de su lengua, que parecía estar practicando una exploración bucal, pero siguió, porque, después de todo, aquello no tenía importancia, puesto que no se querían.
  • A Laura, sentir celos le exigía esfuerzo.

¿Lo conseguí, ha sido una reseña trivial? Ah, se me olvidaba, para los que les guste, la novela tiene sorpresa final.

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