El sentido de una vida o «En busca del unicornio», novela de Juan Eslava Galán

Digámoslo así: los libros nos leen a nosotros, no nosotros a ellos. Por eso, suelen ser más lo libros que nos gustan que los que nos disgustan. De hecho, hasta los libros que terminamos sin demasiado entusiasmo, si esperamos un tiempo, nos descubriremos recordando tal o cual aspecto del relato que, incomprensiblemente, resuena en nuestro interior. Esa 'veta' desconocida, a su vez, puede que engarce con el tema de aquel libro o con la estructura de ese otro. Al final, puedes encontrarte redescubriendo la valía del libro que leíste hace algún tiempo. Esto me ha pasado con «En busca del unicornio», una novela de 'efectos retardados'.


El sentido de una vida. De eso va. Algo tan aparentemente banal y sin sentido como la búsqueda de un cuerno de unicornio, ¿es suficiente para justificar toda una vida? A Juan de Olid, protagonista de esta novela, debió parecerle que sí. Sustituyamos dicho cuerno por un chalet en las afueras, un armario repleto de vestidos a la moda, un móvil de última generación, o los 'me gusta' en Facebook. El tamaño o el coste no parece que cambie el hecho en sí. ¿Y si aquel fin lo sustituimos por 'hacer el bien a los demás', ya sea conocido, como los hijos, o desconocidos, como apoyar a una ONG?  Parece que entonces nos acercamos algo más, pero aún así, puede algún objetivo semejante a estos terminen, en el fondo, resultando insuficientes como para colmar y justificar todos los afanes, problemas y decepciones que conlleva una vida humana.

Esta reflexión no está implícita ni, menos, explícita en esta novela, pero sí que la ha propiciado; efecto al que debe aspirar toda buena obra. Bajo la aparente inocencia de una historia narrada sencilla y linealmente, se siembran en el lector semillas invisibles que, si tienen el abono adecuado, germinarán más adelante. Porque, ¿acaso el tamaño de algo es indicativo de su valía? ¿Es poca cosa dedicar una vida a documentar los usos sociales de los gorilas, o a elucubrar acerca de si el tiempo es lineal o curvo, o a observar cómo crece día a día una mata de tomates? En realidad, quizás solo importe que mientras se hace no se tenga la sensación de perder el tiempo, como no lo tuvo el protagonista de esta novela.

Desde un punto de vista formal, no considero «En busca del unicornio» un ejemplo de alta literatura, aunque me ha sorprendido la voz del protagonista, que narra en español actual, pero que, gracias a unos pocos y bien dosificados giros sintácticos y léxicos, consigue hacernos creer que se trata del castellano que se hablaba hace quinientos años.

En definitiva, una obra entretenida mientras se lee, si no se tienen expectativas desmesuradas, y que tiene más enjundia de la que aparenta.

Unos pocos fragmentos, a modo de ejemplo:

  • Y las dos o tres veces en que me atreví a alzar la mirada a mi señora doña Josefina, siempre halléla igualmente recatada y como ajena a lo que por debajo de las tablas me estaba requebrando y prometiendo, de cuyo femenil disimulo mucho me admiraba que fuera tan fría y comedida por arriba y tan ardiente y osada por abajo.
  • Sólo diré que la compañía de Inesilla fue como bálsamo para mi dolorido corazón y que si a batir huevos a punto de nieve fuera tan diestra como para lo que allí conmigo hizo, acabara la mayor merenguera y repostera que manda en cocina de reyes, muy digna de figurar por esos dones, o por los otros, en el séquito del Papa de Roma, y no digo más.
  • Y así fui caminando sobre el polvo de los caminos y soportando los soles y los perros que me ladraban, como si ya nada fuera conmigo y mi cuerpo fuera otro ajeno y el verdadero hubiera muerto mucho tiempo atrás en aquellos tremedales de la tierra de los negros.

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