Eloy Tizón nos enseña «Técnicas de iluminación», su libro de relatos

Lo que son las expectativas. Empecé a leer esta recopilación de relatos de Eloy Tizón con la seguridad de que no la disfrutaría. ¿Cómo me podría gustar un texto en el que el narrador, nada más empezar el primer cuento, Fotosíntesis, dice «mastica oxígeno y piñones» y «se peina con el canto de las manos»? Sin embargo, continué leyendo. Avancé, con creciente curiosidad, hasta que en el séptimo cuento, Alrededor de la boda, descubrí una historia magistralmente contada. Desde entonces, cada nuevo relato encontraba su hueco en mi sensibilidad.

El viaje por los relatos de Técnicas de iluminación me permite deducir que:

  • Los cuentos aparecen en la obra de menos a más argumentales. El primero, muy abstracto (demasiado, para mi gusto) y el último con una historia y una cronología identificables.
  • El estilo se basa en una personificación continua de lo inanimado, así como en la proliferación de metáforas; algunas geniales, otras, demasiadas, conseguían echarme de la lectura. Reconozco que tengo obsesión con este aspecto. Efectivamente, un texto sin metáforas ni comparaciones ni personificaciones, probablemente deje de ser literario y se convierta en un ensayo. Sin embargo, una utilización excesiva o equivocada de dichos recursos convierte una narración en algo legible solo para lectores "inteligentes" o, lo que es peor, directamente ilegible. El equilibrio. Como siembre, aquí está el secreto y, por supuesto, la dificultad, la maestría a alcanzar.
  • Buena parte de los relatos tienen un final ambiguo o, directamente, abierto; lo que hace suponer que el autor espera que el lector complete el texto como mejor le parezca.
  • El cuento que más me ha gustado ha sido El cielo en casa, precisamente el más largo, lo que me hace pensar que puede ser interesante leer alguna novela de Eloy Tizón (me han recomendado Labia)

Gracias al mencionado estilo, el autor consigue escribir una meticulosa poesía disfrazada de prosa, que se demuestra incluso por la búsqueda de la sonoridad propia de los poemas, gracias a la repetición de sonidos similares (aliteración). Prosa poética o poesía en prosa que puede, o no, ser del agrado del lector. En todo caso, no es un libro de fácil lectura, lo que, inevitablemente me lleva a volver a pensar en la conveniencia de complicar o no la narración. ¿Será porque tengo muy interiorizado lo prioritario de la función de comunicación de la literatura, por encima de su función estética, por lo que tiendo a preferir los textos que no obligan al lector a un esfuerzo excesivo de comprensión a fin de transmitirle emociones, enseñanzas, visiones o, simplemente, entretenimiento? Claro, sin que llegue a una simplicidad excesiva, pues estaríamos ante un cuento infantil, ¿verdad? Nuevamente, ¿dónde está el punto de equilibrio? No lo hay, depende de los gustos de cada uno.

Para terminar, un pequeño repertorio de frases extraídas de Técnicas de iluminación con acertadas y sugerentes metáforas:

  • Una cosa entre trágica e insignificante, como la autopsia de un gato.
  • Su sonrisa parece una fotocopiadora con atasco de papel.
  • Elegir, entre dos calles, la peor, la más húmeda, la que tiene el suelo borracho y un aire de cremallera abierta.
  • [...] mis piernas van volviéndose de mimbre, tengo un cesto de ropa sucia en la cabeza, respiro serrín, me odio.
  • Comenzaron a crecer champiñones en la guantera.

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