Cuando la verdad no importa o «El olor de la noche», novela de Andrea Camilleri

Hace poco leí una serie de artículos en el diario El País (aquí, aquí, aquí y aquí) acerca de nuestra incapacidad para cambiar de opinión aun cuando tengamos sobradas evidencias de que estamos equivocados; incapacidad que, me temo, impide que aprendamos de nuestros errores. Es un aspecto de la naturaleza humana que insiste en ocupar mis pensamientos de forma recurrente cada cierto tiempo, sobre todo cuando la prensa informa de algún acontecimiento que excede mi comprensión.


Resulta que nuestro pensamiento, nos guste o no, funciona con relatos: nos montamos una historia que nos sirve para comprender el mundo y nuestro encaje en él. Así, si la realidad no coincide con nuestra historia, pues entonces la realidad no existe. Nos puede parecer ilógico, pero no deja de ser un mecanismo de supervivencia ya que, gracias a él, se han conseguido superar obstáculos a lo largo de la historia de la humanidad que, de haberlos visto como realmente son, ni se habrían intentado acometer. Sin embargo, actualmente, con unos peligros radicalmente distintos a los de nuestros ancestros, ¿es útil esta ceguera mental o, más bien, es un lastre?

Andrea Camilleri sitúa este comportamiento humano en la trama de esta novela policíaca, y consigue que el lector interiorice la idea de los párrafos anteriores mejor que con un concienzudo ensayo; el autor consigue así transmitir el mensaje con una mayor eficacia. Al fin y al cabo, como decía antes, pensamos en forma de relato, y una novela no deja de ser la mejor forma que se ha inventado para reflejar relatos. Y ello, a pesar de que esta novela, por ser del género negro, con el comisario Montalbano actuando, pudiera parecer poco «pedagógica». Como siempre, en esta serie hay delitos que esclarecer, aderezados con la singular, pero atractiva personalidad de Montalbano, trasunto y homenaje confeso del detective Pepe Carvalho, personaje de Manuel Vázquez Montalbán (de ahí «Montalbano»). Por supuesto, la novela tiene otros relatos añadidos o temas: denuncia de la especulación, de la burocracia, y de muchos más aspectos de la sociedad occidental actual. Que cada cual seleccione el que más le cuadre con su propia estructura neuronal.

Una agradable novela con personajes bien construidos, aunque rozando en ocasiones el cliché; un estilo narrativo pensado para disfrute del lector, con poquísimas metáforas ni otros artefactos similares de técnica narrativa; un gusto por la buena comida (como su «hermano» Carvalho) y por el disfrute de los pequeños placeres de la vida, placeres que solemos despreciar en nuestro día a día; un narrador en tercera persona, pero tan cercano, irónico y hasta burlón, que parece el propio Montalbano, con una confusión de foco narrativo que haría temblar a las escuelas de escritura creativa.

Eso sí, después de devorar esta novela corta, como si de una buena comida se tratara, quiero dejar pasar un tiempo de digestión hasta volver a hincar el diente a cualquier otra novela de Andrea Camilleri.

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