He terminado de leer "Siria. Más allá de Bab al-Salam", coordinado por Antonio Pampliega, y "Siria. La primavera marchita", de varios autores, dos recopilaciones de reportajes de periodistas españoles que visitaron las zonas en la guerra de Siria en 2012. Los dos libros tienen la misma estructura: una sucesión de crónicas con entrevistas a personas sin aparente relevancia, pero que son imprescindibles para entender la situación actual: un médico, un traficante de armas, un enterrador, una enfermera, un francotirador, un topógrafo, un turista perdido, unos novios, un profesor, unos refugiados, y muchos más.
Los libros no sobresalen por su calidad literaria, o al menos así me lo parece a mí, pero sí por la valentía y la fuerza con la que dan testimonio de una situación que nos desborda a todos. A los sirios porque están en medio de una guerra civil de exterminio sin un fin predecible a corto plato; a los no sirios porque nos pone de manifiesto que no estamos inmunizados contra la ira y el deseo de venganza, que son la pólvora capaz de cegarnos para empuñar un arma contra otra persona que ya no vemos como tal. Es espeluznante comprobar cómo personas tranquilas, formadas e inteligentes se convierten en seres irresponsables, casi irracionales, capaces de matar a un hermano si es que es de un partido político opositor, o de una facción religiosa diferente o hasta de la otra orilla de un río. Y lo peor es que esos convertidos, o renacidos como se llaman ellos, podemos ser algún día cualquiera de nosotros, como nos lo demuestran estos dos libros.
Valga este comentario como humilde homenaje al pueblo sirio y a los periodistas españoles que han escrito estos libros.
Por último, tengo que decir que ambos libros han caído en mis manos como parte de las lecturas que estoy haciendo para documentar la que espero que sea en el futuro mi segunda novela.
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