Reseña de «Vodka con algoritmos», una novela de José Manuel García Crespo


En ocasiones, lees un libro del que esperas poco, porque casi no te lo han recomendado, y te sorprende para bien. Este es el caso de
Vodka con algoritmos, un thriller político en el que un irónico narrador, que ya se entrevé en el título, presenta la sucesión de escenas cada vez más intensas.

Tres aspectos me han gustado sobremanera.

Primero, la enorme imaginación del autor, José Manuel García Crespo, para crear un mundo ficticio, pero muy reconocible, en el que se detallan cada uno de los sucesos de una forma tan visual que consigue que el lector los tome como reales y se sienta dentro de los mismos, no solo como espectador.

Por otro lado, aprecio la perfecta estructura de la obra, en la que, mediante una presentación cronológica de los hechos, sin necesidad de flash-backs que compliquen la lectura al lector, no solo suceden los acontecimientos de forma precisa, sino que, además, permiten caracterizar perfectamente los personajes.

Por último, con el transfondo de los avances tecnológicos en inteligencia artificial e informática cuántica, la novela presenta un mundo en el que la sociedad es manipulada con descaro por el poder, algo que podría hacernos pensar que se trata de una distopía si no fuera porque ya esta sucediendo en la actualidad.

En definitiva, a pesar de que no soy un lector asiduo de las novelas de suspense, me ha encantado este libro.

Termino con algunos fragmentos que me han parecido resaltables:

  • […] período en el que ejercitó su admirable habilidad para no destacar en ninguna actividad, deportiva o de otra naturaleza.
  • Si Churchill, un convencido practicante, hubiese vivido unos años más, uno de sus escritos habría sido, con toda seguridad, un ensayo sobre las virtudes de la siesta.
  • Viktor llegó al convencimiento de que su padre habría preferido romperse como una rama de abedul a doblarse como un junco, pero no había tenido valor para hacerlo.
  • Aldrige tenía una insuperable opinión de sí mismo; y de todo su amplio anaquel de virtudes y habilidades valoraba especialmente la capacidad que había desarrollado para detectar, de forma infalible, a cualquier clase de hijo de puta.
  • Un físico lo hubiera asociado, por su naturaleza, a un neutrón, una partícula que ejerce sus cualidades sin mostrar la más mínima apariencia de emotividad.
  • Mientras hablaba, observaba a Andreyev con la pericia y atención propias del entomólogo que analiza un tipo especialmente singular de insecto del que se ha demostrado que carece de la glándula que segrega empatía [...].
  • No ha de ser una usura prohibida la que alegra a quien paga de buen grado [...]


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