Cuando no convienen las certezas, como en "El punto ciego", el libro de Javier Cercas

En casi todas mis lecturas tengo en cuenta las recomendaciones de personas cuyo criterio aprecio. Este libro no ha sido la excepción: me lo habían aconsejado tanto escritores como lectores que, presuntamente, no escribían. Esta situación no es frecuente ya que los lectores no escritores suelen gustar de lo lúdico de las obras, mientras que las recomendaciones de los escritores suelen estar orientadas hacia objetivos más utilitarios (cómo mejorar la técnica narrativa, por ejemplo). Pues bien, en este caso, Javier Cercas ha provocado una nueva rara unanimidad lector/escritor ya que las recomendaciones con las que cuento proceden de ambos perfiles.


El autor reúne en esta obra cinco conferencias que pronunció en Oxford allá por 2014. Todas ellas giran en torno a la conveniencia de dejar en la obra narrativa algún aspecto sin cerrar que incite al lector a implicarse en la historia. Javier Cercas utiliza el símil fisiológico del punto ciego: la zona interna del ojo sin células sensibles a la luz. Para convencernos, el autor no duda en remontarse a El Quijote, como ejemplo de obra en la que el lector parece estar ciego ya que no sabe con certeza si Don Quijote está cuerdo o no.

Además de este clásico, el autor desmenuza La ciudad y los perros, de Vargas Llosa, y Anatomía de un instante, del propio Cercas, y nos lleva de la mano para hacernos ver cuál es la duda básica implícita en cada obra, su "punto ciego"; duda que no se despeja en los textos y que el lector tiene que dilucidar según su propio criterio.

Finaliza la obra un epílogo que elogia a la novela como género capaz de combatir el monismo que ha colonizado la sociedad actual. Necesitamos novelistas, viene a decir, que muestren la extrema complejidad de la vida (y políticos que la simplifiquen, por otra parte); mensaje que repite Javier Cercas en este reciente artículo del diario El País: El creador de caos.

Y termino con unos pocos fragmentos que no me he resistido a anotar:

- En la literatura, quien engaña es más honesto que quien no engaña, y quien se deja engañar más sabio que quien no se deja engañar.
- La respuesta es que la novela no es un entretenimiento (o no sólo es eso); es, sobre todo, una herramienta de investigación existencial, un utensilio de conocimiento de lo humano.
- Ahora bien, sabemos que la novela es forma y que, en ella, una mala historia bien contada es una buena historia, mientras que una buena historia mal contada es una mala historia; por lo mismo, usando viejas formas la novela está condenada a decir cosas viejas, y sólo usando formas nuevas podrá decir nuevas cosas.
- [...] uno sólo sabe lo que quiere escribir cuando ya lo ha escrito.
- La misión del arte consiste en desautomatizar la realidad, en convertir en extraño y singular lo que, a fuerza de tanto verlo, ha acabado pareciéndonos normal y corriente.

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