¿Es "Lolita", la obra de Vladimir Nabokov, una novela pornográfica?

Lolita, la novela de Vladimir Nabokov, no me ha parecido una novela pornográfica, por mucho que las adaptaciones al cine y, sobre todo, los que no la han leído se hayan empeñado en situarla dentro de ese género literario. Las referencias al sexo son tan refinadas que, a veces, cuesta darse cuenta de ellas. Cierto que la relación entre un hombre de más de cuarenta años y una niña de doce es muy perturbadora: el protagonista, que no es Lolita, reconoce la situación y se autocalifica de violador reincidente. Por ello, mis comentarios a la historia e, incluso al tema, no van a ir más allá; aspectos que el propio autor parece despreciar.


Lo que me ha fascinado del libro ha sido la voz del narrador, Humbert Humbert, el protagonista. Está preso por los delitos que ha cometido, que reconoce, en su mayor parte. Sin embargo, a pesar de ser un delincuente confeso necesita expresarse, no tanto en un intento de justificarse como por exhibicionismo intelectual. Cultural y físicamente, se cree por encima de los demás y no tiene pudor en decirlo. Detectamos a un fanfarrón, pero también a un ser torturado por una sensibilidad exacerbada por las niñas púberes, o nínfulas, como él las llama. Esa dualidad es la que está magistralmente escrita por Nabokov. Retrata a un psicópata con todas sus facetas, lejos del cliché de "malo-malísimo" o, todo lo contrario, de la persona dominada por una infancia que le ha conducido, a su pesar, a delinquir. Lo consigue narrando en primera persona en un ejercicio de una sinceridad tan brutal que me recuerda a Michel de Montaigne en sus Ensayos: vemos su depravación y sus gustos obscenos, pero también su capacidad de amar y hasta de justicia.

La voz de Humbert Humbert es tan verosímil que no me extraña que al autor lo hayan podido tildar de psicópata; a un lector superficial le puede resultar imposible de creer que un autor pueda escribir con tal precisión sin ser él mismo un perturbado. Sin embargo, es fácil comprobar cómo a mayor genialidad del escritor mayor capacidad para transformarse en sus personajes. Pensemos en Cervantes, capaz de crear personajes tan reales, y a la vez tan ficticios, como Don Quijote y Sancho Panza. ¿Pensaba Cervantes como Don Quijote o como Sancho? No lo sabemos, pero apostaría a que no pensaba como ninguno de ellos dos, aunque los comprendiera tan bien que fue capaz de escribir sobre ellos y que nos resultaran veraces. Podría buscar muchos más ejemplos, pero no lo haré porque no creo que la cantidad sirviera para aumentar la calidad de mi tesis.

Reconozco que situar a la voz narrativa de la novela como el aspecto que más me ha interesado no  es un argumento al uso para recomendar una obra. Y, sin embargo, me gusta que sea así. El acercamiento a un libro se puede hacer porque cuente una buena historia, desde luego, pero también porque algún personaje esté extremadamente bien conseguido, o porque el tema impregne todas las páginas de la novela sin llegar a ser evidente en ningún momento; o por una voz narrativa tan sugerente como la de Humbert Humbert.

Una recomendación antes de las mejores frases. Existen dos traducciones al español de Lolita: la más antigua, de Enrique Tejedor y la más reciente, de Francesc Roca. Si podéis elegir, utilizad esta última. La primera parece censurar o, al menos, edulcorar algunas partes de la novela, lo que resta frescura a la narración.

Termino con las acostumbradas mejores frases. En Lolita, hay muchas y buenos ejemplos gracias a una prosa meticulosamente escrita. Sin embargo, prefiero mostrar aquí un fragmento del epílogo en el que Vladimir Nabokov define una obra de ficción:

"Para mí, una obra de ficción solo existe en la medida en que me proporciona lo que llamaré, lisa y llanamente, placer estético, es decir, la sensación de que es algo, en algún lugar, relacionado con otros estados de ánimo en que el arte (curiosidad, ternura, bondad, éxtasis) es la norma."

4 comentarios:

  1. Hola, Javier:

    Juzgar una obra de ficción con criterios del mundo real, me parece no haber entendido qué es la obra literaria. La obra literaria puede ser lo que quiera, pero no es operatoria en la realidad. Ni podemos tomarnos un café con Don Quijote ni rescatar a Lolita de las garras del pederasta. Hacerlo es similar a esas personas que se querellan contra el actor porque ha maltratado a otro personaje en la función.

    Es no haber entendido nada. Opino.

    Abrazo literario.

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    1. Hola, Marian:

      Opinas bien; no obstante, lo habitual en lectores no muy sofisticados es suponer que la obra de un escritor es autobiográfica, como he comprobado por experiencia propia en las presentaciones de mi novela. Tal vez tiene que ver con cierta garantía de verosimilitud que todo lector espera encontrar en una obra.

      Por supuesto, yo salgo del paso diciendo que, por supuesto, que mi novela es autobiográfica, como lo son todas, pero solo en los aspectos en los que comparto con el resto de los seres humanos.

      Gracias dobles por pasarte por aquí y por comentar.

      Otro abrazo literario para ti.

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  2. Coincidiendo con Almudena Grandes: la regla de la historia es la verdad, mientras que la regla de la ficción literaria es la verosimilitud. Lo verosímil no es lo verdadero y, sin embargo, a menudo tiene más fuerza.

    Me he acordado de este artículo que te gustará leer: https://elpais.com/elpais/2014/04/04/opinion/1396616306_043052.html

    Más abrazos.

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    1. Muchas gracias por el artículo de Almudena Grandes, Marian. Me ha recordado lo que escribió Aristóteles respecto de la verosimilitud: «Y también resulta claro por lo expuesto que no corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la verosimilitud o la necesidad. [...] Se debe preferir lo imposible verosímil a lo posible increíble» (Poética, 1451a, b y 1460a).

      Todavía más abrazos.

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