Que se utilice la "técnica del sandwich" (intriga-narración-intriga), dentro de una estructura convencional (planteamiento-nudo-desenlace), no desmerece la calidad literaria de la novela, más bien al contrario; quizás porque hasta ahora no he sido muy entusiasta de la llamada novela de género, incluida la negra. De hecho, esa parte intermedia de la narración menos policial fue la que más me interesó ya que nos muestra una sociedad que, por muy real que sea, no deja de sorprender: el silencio por miedo o por interés, no se sabe; las islas de ternura en un laguna de indiferencia; o la belleza de Venecia levantada sobre un lodazal de inmundicias. Para que uno se interese por un relato no es necesario que exista un asesino por atrapar, un mundo a punto de explotar o una relación sexual que no termina de consumarse. Basta con que el relato roce, o casi se acerque a la sustancia del ser humano para que nos haga vibrar. ¿Demasiado abstracto? Puede ser, pero lo mágico es que, a pesar de serlo, creo que casi todos sabemos a qué me refiero.
En resumen, la parte dulce, para mí, serían esos capítulos "costumbristas" mientras que la agria serían las secciones de novela negra propiamente dicha: al comienzo, cuando se plantea la escena del crimen, y al final, con un desenlace algo "Deus ex machina", aunque tremendamente efectista.
Para terminar, unas pocas frases que he anotado de Un mar de problemas:
- "La sonrisa, que descubría una dentadura perfecta y sólo marcaba un plieguecito a cada lado de la boca, permitió a Brunetti hacerse una idea de lo que hubiera podido ser aquella mujer, de no haber decidido dedicar sus años de madurez a recuperar sus años de juventud."
- "... miraba a Brunetti con unos ojos grises, empañados por la edad, pero inquisitivos. Si tenía dientes, hoy no se había molestado en ponérselos."
- "El hombre mentía tan mal que daba grima, mientras la esposa disimulaba como podía, cambiando de sitio cuatro figuritas de porcelana que tenían un vago parecido con perros salchicha."
- "Llevaba un moñito en la nuca del que habían escapado unas greñas engomadas con una pomada grasienta y perfumada. Tenía la cara chupada y el cuerpo macizo, sin cintura visible. Encima de un vestido negro que con años de lavados empezaba a verdear, llevaba un delantal sucio que tiempo atrás pudo ser de flores."
- "Se preguntaba Brunetti qué sería peor, si morir en el mar o pasar treinta y cuatro años al lado de esa mujer."
Actualización de septiembre/2017: Dedicado a mi querido y añorado amigo, Toni Rojas, que nos dejó demasiado pronto.
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