En la orilla, de Rafael Chirbes



Hace algunos meses que leí Crematorio y, en aquel momento, decidí continuar con En la orilla, sobre todo tras ver la entrevista que se hizo a su autor, Rafael Chirbes, en el programa Página 2 de RTVE. También conviene que diga que en mitad de la lectura de esta novela me enteré del fallecimiento del novelista y que no he podido evitar sentirme influenciado por este acontecimiento. Desde ese momento, la lectura de esta obra se me hizo más íntima, más profunda, como si me la estuviera contando el propio Chirbes al oído. De ahí que no que podido ni he querido ser objetivo al escribir estas líneas.

La novela transmite una desesperanza completa respecto de la humanidad, tanto en el fondo que se repite una y otra vez («la vida humana es el mayor derroche económico de la naturaleza: cuando parece que podrías empezar a sacarle provecho a lo que sabes, te mueres, y los que vienen detrás vuelven a empezar de cero»), como por la forma: todos los personajes utilizan un lenguaje abusivo con los demás, cuando no obsceno en el caso de los personajes más desalmados; solo se salvan los niños. Por tanto, como el objetivo perseguido y confesado por el autor era transmitir aquel pesimismo, se puede decir que la novela lo consigue plenamente.

Tras la lectura cuesta sobreponerse a las emociones provocadas pero no tengo más remedio que hacerlo si pretendo analizar la técnica narrativa utilizada por Chirbes. El aspecto que más me ha llamado la atención ha sido la ruptura de la novela con los preceptos tan repetidos para una narración eficaz. Unos pocos ejemplos de los que me acuerdo:

«Cada frase debe servir para avanzar en la historia», según dicen los manuales. Sin embargo, durante la mayor parte de las páginas de la novela, “parece” que no pasa nada. La historia no avanza. Todo lo que tiene que pasar lo sabemos desde los primeros párrafos. Pero es que el propio Chirbes, en otra entrevista dice que «en una novela la tensión debe estar en el lenguaje y no en la trama». Desde luego, no es una visión muy comercial: es la forma de ver la literatura como algo más que puro entretenimiento. Claro, convencer al lector que continúe leyendo sin que pase gran cosa, como también sucede en En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, sólo puede hacerse si cada frase por sí misma tiene suficiente calidad formal y/o de fondo; desde luego, la prosa de Chirbes la tiene de sobra.

«Utilizar cliffhangers u otras técnicas para crear suspense y enganchar al lector para que siga leyendo». En realidad, la novela no tiene capítulos numerados, sólo tres grandes partes y, dentro de cada una de ellas, una narración en primera persona de alguno de los personajes principales. Pues bien, no he conseguido encontrar un solo caso de creación de suspense.

«No utilizar en demasía la analepsis (flash-backs o saltos al pasado) ya que se paraliza el avance de la historia». En la novela se utiliza esta técnica de forma reiterada.

«La gran pregunta dramática que se hace el lector desde el inicio debe responderse al final». Sí, en mi opinión, existe dicha pregunta aunque no he conseguido encontrar su respuesta o, al menos, no se hace claramente.

Y aún así la novela obliga a seguir leyendo por su tono desgarrador, por su sabiduría y hasta, precisamente, por su desprecio con todo lo establecido en el canon literario. En el fondo mientras leía, comprendía cómo el autor se desfondaba por volcar en el papel su vida, la vida de todos. Como si se vaciara. De ahí que la desesperanza por el ser humano no sea el único tema del que trata la novela, ni siquiera el principal. Desde la añoranza por los ideales perdidos de la juventud hasta la avaricia, pasando por los límites de la fidelidad y la impotencia de los pobres.

Después de terminar En la orilla, me gustaría leer, sin prisas, la bibliografía completa de Rafael Chirbes. Estoy seguro que me emocionará y que aprenderé, casi los dos únicos aspectos que pido a lo que leo.

Por último, una pequeña muestra de los 56 fragmentos de los que he tomado nota por parecerme excelentes, cantidad que demuestra la calidad que he percibido en esta obra:

«... oculta la verdad con mentiras y las mentiras con medias verdades.»
«Los poros de la piel destilan ese calor en el que uno se cuece durante la noche.»
«El hombre, que ha sido capaz de levantar inmensos edificios, de hacer desaparecer montañas enteras, de abrir canales y de cruzar puentes sobre el mar, no ha conseguido que vuelva a levantar los párpados un niño que acaba de morir.»
«Conseguir que te llegue a querer alguien que te desprecia o a quien le eres indiferente es bastante más difícil que tumbarlo a porrazos.»
«Nadie quiere tener una vida como los demás, nadie quiere que en su esquela diga: nació, vivió, trabajó, se reprodujo y murió, así que la gente se afana en hacer cosas para llamar la atención, cosas absurdas, pesadas, trabajosas, que se negaría a hacer si se las impusieran en un contrato laboral.»
«Para resistir, para seguir vivo, hace falta una buena dosis de idealismo. Capacidad para mentirse. Sólo sobreviven quienes consiguen creerse que son lo que no son.»
«Si para algo sirve el dinero es para comprarles inocencia a tus descendientes.»
«Pensaba: soy propietario de mis carencias. Mi única propiedad es lo que me falta. Lo que no soy capaz de alcanzar, lo que he perdido, eso es lo que tengo, lo que es de verdad mío, ése el vacío que soy. Tengo lo que carezco.»

Y paro porque voy a terminar por copiar la novela entera.

Comenta lo que quieras en el apartado de comentarios, hayas leído o no la novela y estés o no de acuerdo con mi opinión de la misma.

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2 comentarios:

  1. Buen análisis. Concido en casi todo.
    En cuanto a la página me gusta, la he añadido a mis marcadores

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