¿Qué nos queda de las novelas leídas?

La búsqueda del tema de la entrada de esta semana me ha llevado a un cuaderno donde empecé a escribir las primeras reseñas que hice de las novelas que leía.
Anotaciones que hice sin la intención inicial de que algún día se publicaran. La primera de ellas se refiere a La letra roja, de Nathaniel Hawthorne, y la escribí allá por 1994, cuando internet casi ni existía.


No he podido evitar leer lo que anoté. La primera sensación ha sido de sorpresa, porque me ha parecido que escribía mejor que en la actualidad. Y después de dejar pasar las emociones que me fueran llegando pude visualizar distintos momentos culminantes de la novela, momentos que yo creía olvidados. Y este olvido "recobrado" es el que me ha provocado el deseo de escribir sobre él.

Porque antes de leer la reseña que escribí, no había vuelto a acordarme de la novela. Es cierto que cuando en algún texto leía alguna referencia a La letra roja, yo era consciente de que lo había leído pero poco más; era como si no me hubiera quedado nada de aquel libro, ni del argumento ni del tema ni, menos, que hubiera dejado un rastro en mi subconsciente.

Sin embargo, han pasado 21 años y centenares de novelas leídas y la huella de la novela sigue presente. No recuerdo el nombre de los personajes, ni donde se desarrolla la acción ni los detalles de la trama. Pero sí recuerdo lo importante o, al menos, a mí me lo pareció: el ambiente de censura social hacia una mujer valiente. Esa esencia continúa en mí, con todo lo que supone de mensaje de rebeldía contra la sinrazón, mensaje que es el que supongo que, al final, pretendía transmitir Hawthorne al escribir esta excelente novela.

La letra roja fue el primer libro del que guardé un comentario escrito. Sin embargo, al margen de las lecturas obligatorias de la escuela, el primer libro que recuerdo haber leído el ensayo Del sentimiento trágico de la vida, de Miguel de Unamuno. Se me ha olvidado toda la filosofía que contenía salvo aquello de que el ser humano no era más que un "bípedo implume". Es poca cosa, pero da pistas de la superioridad con la que Unamuno miraba a sus semejantes.

En definitiva, todos los libros que he leído, unos más y otros menos, siguen en mí, son parte de mí, aunque ahora mismo no me acuerde ni de sus títulos.

Y vosotros, ¿cuál fue el primer libro que os acordáis de haber leído?

11 comentarios:

  1. A mí, sin embargo, esta novela se me quedó grabada como una de las que más he disfrutado entre todas mis lecturas.

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    1. Yo también disfruté con su lectura y me fastidia no acordarme mejor de ella. Con tu comentario, acabas de convertirla en futura relectura.

      Gracias por pasarte por aquí y comentar.

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    2. El judio errante de Eugenio de Sue

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    3. Hola, Toni. Gracias por comentar.

      No conocía a Eugenio de Sue. Si te acuerdas de "El judío errante" doy por hecho que tienes buena memoria y que dejó huella su lectura; una pena que no nos hayas dicho si fue para bien o para mal.

      Un abrazo.

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  2. La letra escarlata es una hermosa novela, estamos de acuerdo. Lo que ya no comparto es ese espíritu de superioridad de Unamuno. Relee El sentimiento... Y fíjate cómo empieza :" Y yo diría más bien, nullum hominem a me alienum puto; soy hombre, a ningún otro hombre estimo extraño... El hombre de carne y hueso, el que nace, sufre y muere -sobre todo muere-, el que come y bebe y juega y duerme y piensa y quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano". Es un magnífico ensayo, dale otra oportunidad ! Al leer tu entrada me ha venido a la cabeza una jovencísima yo comprando El mito de Sísifo y me ha parecido vislumbrar el mismo asombro de entonces en la mirada... Gracias por recordarme esta
    Imagen con tus palabras.

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    1. Es verdad, Sara, Unamuno se merece otra oportunidad. Leí El Sentimiento... con dieciséis años. Todavía me acuerdo dónde y cómo lo leí. Y al leerte a ti también he recordado ese comienzo mencionando al cómico latino, aunque su filosofía ha estado presente todo el tiempo en mí: nada humano me es ajeno. La verdad es que Unamuno era uno de mis escritores favoritos hasta que descubrí sus veleidades políticas. Entonces me aparté de él. A estas alturas, me he vuelto mucho más comprensivo y es fácil que me reencuentre con él. Desde luego no estaría nada mal releer El sentimiento... tras tantos años. Me lo apunto.

      Muchas gracias, Sara, por tu consejo y por pasarte por este blog y leerlo.

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  3. 'Las aventuras del barón Münchausen' Me lo dejó un profesor que tenía en tercero de EGB, Don Ángel. Me pareció como dar un salto enorme. Lo recuerdo como un episodio muy muy agradable. Un abrazo, y felicidades por el post.

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    1. Ya entiendo de dónde procede la imaginación que derrochas en tus escritos, Pedro. El «barón Münchausen» es uno de los libros que tengo apuntados para leer en el futuro; aunque me temo que, cuando pueda hacerlo, ya sea demasiado mayor para disfrutarlo.
      Gracias por leer y comentar.
      Un abrazo.

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  4. El primer libro que tuve en mis manos como propio, comprado expresamente para mí y fuera del de 'Mi primera comunión', fue (¡pásmate!) 'De dónde vienen los niños'. Se lo recomendó una monja a mi madre después de que esta acudiera consternada porque no sabía qué responder a las preguntas de la niña. Acababa de cumplir seis años. El libro era bastante explícito, así que debió calmar mis ansias de saber por un tiempo. ¿Autor? ¿A quién el importaba el autor? ;)

    Y más allá de las aventuras de los cinco y los siete secretos, un libro que me dejó K.O. fue 'La romana', de Alberto Moravia, con una prostituta que se llamaba 'quincepesetas'. Empujó de nuevo los límites de mi vida y leí con un sentimiento entremezclado de excitación y culpa; y ahí sigue, viviendo en algún lugar de mi interior. Y no, no dejé constancia de lo que allí había en lugar alguno que pudiera delatarme. Tenía 10 años (de los de entonces).

    Hermoso artículo. Emocionante la vida literaria. Un abrazo, Javier.

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    1. ¿Moravia con diez años? No sé si equivocado o no, Moravia es uno de los autores, junto con Joyce, Sterne y unos cuantos más, cuya obra no me siento «aún» preparado para leer con provecho. Aunque, tal vez solo sea un prejuicio infundado que debería cuestionarme... a la vista de la edad con la que lo leíste. En cualquier caso, me alegra saber que aún me queda mucho por leer, es decir, por vivir.

      Gracias por tus comentarios, Marian.

      Un abrazo.

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  5. Moravia con diez años, como lo ves. No recuerdo si lo entendí ni cómo, sino a 'quincepesetas', que aún hoy se me abren las carnes al recordarla y todo aquel rubor que me guardé y que vive en mí.

    ¡Ay, qué ratos! Más abrazos.

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